La arquitectura triangular de la mente (1 de 3)

Durante largos siglos, el pensamiento imperante en la sociedad ha sido que la mente (o el alma, desde una perspectiva religiosa/espiritual) es una entidad independiente, distinta del cuerpo en el que se halla, incluso llegando a verse como “prisionera” del mismo. Sin embargo, hoy sabemos que la mente es un producto derivado de la actividad del cerebro, que no podría existir sin él, y que conforma una unidad inextricable con el resto del cuerpo. A día de hoy, eso está prácticamente asumido por la mayoría de la sociedad, aunque no del todo.

Si preguntásemos por la calle, muchas personas nos seguirían diciendo que la mente es algo independiente del cuerpo. Es normal: han sido muchos siglos pensando así, y sigue siendo una idea reforzada por la cultura, los medios de comunicación…

Pensar así no es algo intrínsecamente malo, pero esa ficticia disociación entre el cuerpo y la mente ha traído una serie de efectos perversos que, en muchos casos, no han contribuido en nada a mejorar la salud mental de las personas, cuando no a perjudicarla seriamente. Minusvalorar o incluso despreciar las necesidades y cuidados adecuados del propio cuerpo incide directamente también en el estado de la mente.

Una vez te paras a pensarlo con detenimiento, es algo de puro sentido común ¿verdad? Y, sin embargo, todos seguimos cometiendo, en mayor o menor medida, atropellos contra nosotros mismos: malos hábitos de todo tipo (alimenticios, higiénicos, comportamentales, educativos…), falta de ejercicio físico, formas tóxicas de pensar, actitudes poco adaptativas… que hemos llegado incluso a justificar y considera, culturalmente como “normales”.

Por todo ello, nuestra mente ha pagado un precio del que ni siquiera ha sido consciente. A veces, la factura se manifiesta en forma de enfermedad y ésta, a su vez, en diversos tipos: ansiedad, depresión, psicosis…

Por fortuna, el estudiar científico de la mente, del cuerpo, ha ido creando un conocimiento del que van germinando los remedios contra la enfermedad.

Observa en el esquema, que podría considerarse como la arquitectura triangular de la mente, los tres pilares interconectados dinámicamente sobre los que nuestra mente se asienta y funciona:

-Ideas: todo aquello que pensamos racionalmente. Nuestra percepción y visión del mundo y la realidad que nos rodea.

-Emociones: lo que sentimos como consecuencia de nuestro entorno estimular (interno y externo): alegría, tristeza, pena, amor, odio, asco…

-Conductas: todo aquello que hacemos con nuestro cuerpo: posturas, movimientos… para adaptarnos a nuestro ambiente.

Estos tres vértices conforman lo que somos, y están interrelacionados de forma inextricable: lo que parte de uno afecta los otros dos. La actividad entre ellos se mueve en ambos sentidos, constantemente: es la dinámica mental. Veamos algunos ejemplos prácticos:

-“Empiezo a pensar que no valgo para nada, que todo me sale mal. Esto me hace sentir fatal, deprimido, hundido por completo. Así que reacciono y actúo yéndome a la cama para dormir toda la tarde.”

-“Hoy me siento alegre, pletórico, lleno de energía. Empiezo a pensar que el mundo es una maravilla y la vida un regalo que hay que aprovechar en cada segundo. Así que me preparo y me voy a llamar a mis amigos para pasar una tarde estupenda.”

-“He salido esta mañana a correr, a practicar algo de ejercicio. Me siento más animado, según voy haciendo kilómetros. Y pienso en mis problemas desde otra perspectiva: en el fondo, no son para tanto. Ni mucho menos tan graves como me parecían cuando estaba sentado en casa.”

¿Ves lo que quiero decir? ¿La relación entre los tres vértices? Pues, aunque expuesta así es evidente, te aseguro que hemos pasado montones de años de nuestra vida sin ser plenamente conscientes de esta relación. Y en este sustrato se fundamentan muchas de las técnicas que vamos a analizar.

Te invito a que pienses sobre ello, a que analices tu forma de pensar, sentir y actuar bajo esta nueva perspectiva, hasta que nos leamos en el próximo artículo donde voy a proponerte un ejercicio donde podrás comenzar a mejorar tu forma de pensar y poder llegar a tu meta, superar la depresión.

¡Hasta pronto!

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